jueves, mayo 19, 2005

SUEÑOS RETRASADOS

Me dejo llevar, recreándome en lo que me arrastra. Sueño despierto, porque olvidar sería desperdicio. Por eso retraso el sueño, para recordar, para no perder un instante, real o quimera, después de colgar el teléfono. Tus palabras se repiten como eco interminable, que no aullido. Una canción baila en mi hormigonera estomacal desde el primer día, Un hombre solo, una mujer, así tomados, de uno en uno, son como polvo, no son nada, por eso, acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. Tus palabras, eco cotidiano, machacan mi sueño retrasado, Espero, dijiste, por si aparece algo mejor. Y llevas media vida esperando. Me pregunto a qué. Acaso el mito del azulito, que no del azulete. Cuál de ellos blanquea las sábanas apasionadas. Sexo, voluntad o entendimiento. Qué funciona por separado, qué va junto. No hace mucho leí un chiste que me llamó la atención por su estrategia supuestamente feminista. Venía a decir que lo importante en la vida de una mujer no era encontrar a hombres sinceros, hogareños, jodedores y divertidos, sino que una vez hallados, lo importante era que nunca se conocieran entre sí. El hogareño, el sincero, el jodedor y el divertido, cada uno por separado, como si quien inventara esta broma diera por supuesto que estas propiedades en un mismo elemento fueran utopía. La quimera del azulito. Ya sé que retraso mi sueño para saborear el instante pasado, pero me pregunto si tú retrasas el tuyo simplemente porque aun no has tropezado con él. Eso es lo que da vueltas en mi cabeza, a pesar de que se mezcla con el refranero popular. Vale más pájaro en mano que ciento volando, y, Mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Realidad, utopía. Volvemos a lo mismo. Al sueño retrasado. A su razón. Los sueños, como los vicios, son lo que son. Fumar palabras, beber palabras, comer palabras, joder palabras, soñar palabras, contar palabras, amar palabras. Maravillosos sueños retrasados. Me pregunto su orden, si es que lo tienen.