LUGARES GEOMÉTRICOS

Hay lugares que están ubicados en su mapa específico, Venezuela justo ahí, donde discurre el Orinoco. Pero hay otros que ni en un mapa los encuentras, por mucho que insistas. Estos lugares, comunes para algunas personas, pasan desapercibidos para la mayoría. La geometría clásica, desde Euclides al menos, ya mencionaba los lugares geométricos, generadores implacables de moldes establecidos. El cono, sin ir más lejos. Pero Euclides olvidó que la teoría de los lugares geométricos también es aplicable a los seres humanos, aunque en medida diferente. Un punto del espacio y una recta que pase por él generan invariablemente un cono, es verdad matemática, pero otro punto y otra recta que carezcan de la coincidencia de rozarse uno contra el otro, no generan nada, porque la geometría euclidiana es inmovilista y desconocedora de la teoría de la relatividad. Esta variable distingue a los seres humanos de los volúmenes geométricos. Si una recta elude un punto determinado, implica, euclidianamente hablando, la no generación de un cono, aunque bastara con trasladar uno de los elementos y unirlo al otro. Eso es lo que hacen los seres humanos ante una situación de imposibilidad teórica. Moverse. Actuar. No quedarse parados viéndolas venir y dejándolas ir en el caos de cualquier espacio, aunque sea virtual. La realidad siempre fue palpable, en el sentido más agradable de la palabra, el de una mano pegada a un culo, sintiendo el calor del momento. Los sueños, sueños son, decía Calderón, imaginando a Teresa con las nalgas pegaditas a su entrepierna mientras recitaba aquella mística sexual que la ha caracterizado para el resto de sus biografías. En cambio, yo digo, Si, a pesar de la distancia, esta noche sientes que te tocan el culo, ya sabes quien ha sido. Fui yo. I want your sex, dice una canción, simple y llanamente. Si uno lo desea, el espacio virtual se convertirá en real. Lo malo es que los puntos y las rectas son elementos diferenciados y autónomos. Por tanto, no es condición suficiente que uno desee moverse, porque el otro también podría variar su lugar en el espacio y su estrategia de roce. La matemática, geométrica o humana, en esto de la autonomía de elementos, es implacable. Que lo pregunten a tus mapas lunares, mi querida Selene.
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